Si habéis viajado por Alemania, Dinamarca u otros países del centro y del norte de Europa, y si habéis estado de compras en alguno de sus supermercados, os habrá sorprendido la existencia de una especie de cajeros automáticos de los que no se extrae dinero ni cualquier otro producto, todo lo contrario, se trata de máquinas encargadas de recoger los envases usados por los consumidores y devolverles a cambio una pequeña cantidad de dinero que previamente pagaron al comprar el producto. De esta forma, en estos países se fomenta el reciclaje de los envases, un gran problema en nuestro país, y parece, que por fin vamos a tomar nota de la experiencia de nuestros vecinos, y volveremos a llevar los envases vacíos al comercio, como ya hacían nuestros abuelos.
Ya no se trata de que pague el que contamina. Ahora también pagará quien no haga cuanto esté a su alcance para evitar la contaminación. O más claro: quien propicie el aumento de basuras o no facilite el reciclado. El problema de los residuos domésticos en España, especialmente el de los plásticos, ha llegado a unos niveles preocupantes y empieza a ser precisa cierta mano dura, anuncia el Gobierno. Producimos demasiada basura y aún no separamos, ni reutilizamos, ni reciclamos como sería recomendable. Habrá que arrimar más el hombro, vaya. ¿Cómo? Pues, como ya hemos comentado, recuperando hábitos como el tradicional sistema en el que el tendero reembolsaba parte del coste de las botellas de cristal a quienes le devolvían los cascos vacíos. El Gobierno ha llevado al Congreso un proyecto de ley que prevé reinstaurar el método y ampliarlo, en una primera fase, a todos los envases de bebidas, es decir, botellas de vidrio, latas, briks y plástico PET (el reciclable tereftalato de polietileno).
Fuente: el Periódico.com
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